ante todo, la vida
Y resucitó. Y la muerte no pudo con él. Y el sepulcro no pudo contener la enjundia de la vida. Se dice, parodiando sin duda algún viejo mito, que en esa lucha bajó hasta el mismísimo aposento íntimo de la muerte y le quitó su poder de erigirse como la última palabra. Se dice que de allí subió arrastrando consigo la cautividad para que nunca más se atreviera a condenar la vida de peatones comunes y corrientes, para que no volviera a entorpecer los atardeceres ni a amargar la risa de los niños, para que el miedo cancelara su pretensión de ser el principio rector de la existencia humana, para que la creación toda se lanzara libremente a aquello para lo cual fue creada: la bulla alegre, el escándalo de colores, y de soles, y de lluvias.
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