De las posibilidades que Dios tenga buen humor
(Cosas que pienso al leer Anthologie de l'humour noir, de André Breton)
Freud piensa que el humor es la rebeldía del ser contra las vicisitudes que intentan aplastarlo. Es entendible, entonces, que se presente en Jonathan Swift una misioginia aparente y cierto desprecio hacia la humanidad. Antes que darle todo el crédito a la humanidad entera, a la raza humana, Swift resalta el individuo, la persona, los huesos y su médula para el cual sólo tiene amor genuino. Swift es considerado la cumbre más alta del humor en la literatura. ¿Diríamos, entonces, por el ejemplo de Jonathan Swift, que el humor así entreverado con el odio, ilustra aquello de que el humor es en realidad el sujeto rebelándose contra las reglas impuestas?
¿Será por eso que Dios no tiene sentido del humor? El salmo 2 habla de un Dios que se ríe; pero lo que provoca su carcajada es la suerte que correrán sus enemigos. No es que Dios esté a sus anchas, apoltronado con sus amigos y sus amigas celebrando un buen chiste. La risa de Dios es una rebelión. Dios está enzarzado en una batalla contra los poderes de turno que pretenden aplastar al ser, incluído el ser humano. La de Dios no parece ser una risa alegre. Y, al contrario de Jonathan Swift, Dios ama a la humanidad.
Yo tengo problemas con ese amor colectivo. Se dice que el amor de Dios se extiende a una masa no diferenciada. ¿Recuerdan aquello de "Por tanto amó Dios al mundo que..."? La red amorosa que arroja es demasiado ancha, tanto que parece no tener espacio para el individuo. ¿Será que amar a una masa uniforme, o deforme, o informe, da al traste con el amor en tanto drama, en tanto libreto que los individuos encarnan en las arenas movedizas de sus contradicciones cotidianas? El amor universal, le evita al amante embarcarse en tragedias diferenciadas y particulares?
Dios ama a la humanidad, pero a la vez parece señalar a individuos, para bien o para mal:
“Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre. Pero, fue en mi corazón como un fuego ardiente y metido en mis huesos; trabajé por sufrirlo, y no pude.” (Jeremías, el profeta)
“How come you called me here tonight?
And how come you bother with my heart at all?
You raise me up in grace
Then you put me in a place where I must fall” (Leonard Cohen)
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