mardi 27 octobre 2015

Disculpe el señor: Son los pobres





"Mujer"

Así. En caso vocativo, si bien el caso gramatical no es claro en español, así, llamándola, Jesús de Nazaret se dirigió a quien hasta entonces no había sido más que mercancía.

Ella entró. Sin permiso como suelen hacerlo lo que son tratados como objetos. Interrumpió el protocolo de una cena de varones.Sin delaciones, sin temores, sin pudores, así como los del establecimiento y la gente bien encuentran chocante, no hizo más que derramar su perfume, su óleo, sus ahorros, sus recursos...

su alma...

la oscuridad de sus torbellinos...

sus anhelos de redención...

su dignidad de persona largamente estropeada.

Derramó una larga historia, la narró con lágrimas, ungió a Jesús (el texto sagrado eufemísticamente dice que la humedad cubrió los pies del Maestro).

"Mujer"

Y eso no se perdona. Es intolerable que aquello que el buen orden barre debajo de la alfombra se asuma como sujeto, como persona. Como ciudadana, diríamos en estos tiempos.

Ay! Mujer,hablas por nosotros, los pobres que

"No piden limosnas, no...
ni venden alfombras de lana,
tampoco elefantes de ébano.
Son pobres que no tienen nada de nada"

Y Bogotá nos odió. Su anglófono Parque de la 93 unió sus fuerzas y podría desplazarnos pues poblamos su Carrera Séptima ahora que la volvieron un paseo peatonal, y nos encaramamos a su Transmilenio. Bogotá no perdonó que una administración pública nos hubiera dicho que sus parques también eran para nosotros.

Nos hicimos visibles, como lo advierte Joan Manuel Serrat

mercredi 26 août 2015

Éxodo




A los del éxodo fundante (o fundacional, dependiendo de tu apego al idioma dominante), les tocó cruzarlo tan sólo una vez. Sus persecutores perecieron sepultados en las aguas de un mar que sin ser rojo, así quedó para la posteridad: bermejo, cual presupuesto familiar colombiano.

Los del éxodo de estos días en la frontera con Venezuela la han tenido que cruzar a la brava. No mares, sino ríos, pero al igual que el egipcio, cuerpos de agua que no permiten el regreso. Los populismos del lado de allá de la frontera expulsan a colombianos a sus tierras de origen igualmente inhóspitas, infectadas por populismos de lado de acá provenientes de un caudillo que no se resigna a su condición de expresidente.

Y el éxodo de ayer (esto es, agosto 25 de 2015) también me marcó. No era una coalición de clanes que dejaba atrás el servilismo a un imperio y se enfrentaba a mares rojos, desiertos, sinaís, becerros de oro, manás, rocas que escondían tacañamente sus aguas y montes que humeaban al son de leyes esculpidas en tablas de piedra. Tampoco fue el de ayer el éxodo que hiere por estos días el tumultuoso romance colombo-venezolano. 

El de ayer empujó a un grupo de estudiantes, testarudos como suelen ser, a divagar cual Israel en el desierto, cual inmigrantes echados a las patadas de un suelo que ya les era familiar y al cual llamaban hogar, por la vastedad de corredores, patios, salones y auditorios prohibidos en una universidad privada en Bogotá.

Ellos ya habían hecho la tarea de recurrir a las autoridades del caso para, con muchas semanas de anticipación, asegurar un auditorio desde el que pudieran diseminar sus persuasiones. Parecían Moiseses redivivos negociando con faraones ídem, y al igual que entonces también obtuvieron un sí inicial con las refrendaciones del caso. Pero las conciencias son deleznables.  Lo fue la del faraón, lo fue la del directivo que a última hora declaró nulo el permiso concedido.

¡Ah, los estudiantes!

"...son aves que no se asustan
de animal ni policía,
y no le asustan las balas
ni el ladrar de la jauría..."

O el Coordinador del Departamento DeNoSeQué de la universidad de marras no ha escuchado a Violeta Parra ni a Mercedes Sosa (me temo que los estudiantes del éxodo tampoco), o no sabe lo que es ser estudiante. Pues esos mismos "pajarillos libertarios" se las ingeniaron para colarse y, uno a uno, entrar de contrabando y tomarse, primero un aula, luego otra, y otra,  y así, en un peregrinaje que los arrojó a la tierra prometida de un pequeño auditorio, acogedor, escondido en lo alto de un aposento por allá, al amparo del ojo acucioso de la combinación vigilante-cámara-YaMentadoCoordinador.

¿Todo esto por qué? Son muchachos entreverados en otro peregrinaje, ese sí, de envergadura: la travesía de la vida siguiéndole el rastro a Jesucristo. Sólo querían que la universidad lo supiera.








vendredi 31 juillet 2015

Miente. Quizás des con la verdad

¿La falsedad es necesariamente mentira? ¿La verdad, una no mentira?

Falsedad. 
Verdad. 
Mentira. 

¿Miembros de una misma pandilla? Después de todo, ellas, sea que se nos vengan en gavilla o de una en una, por separado, pueden y consiguen tener sentido.

Puede ser falso que Pedro esté enfermo. Sin embargo, "lo llamo, Sr. Bermúdez, para informarle que Pedro está enfermo," es una declaración perfectamente válida. Una proposición plausible, diríamos si fuésemos a posar de lógicos. Una proposición que, sin ser cierta, tampoco es falsa.

Y es falsa. A la vez.

¿No es cierto que mentir tiene sentido?

¿Dónde estriba, entonces, la diferencia entre lo falso y lo mentiroso?

¿En la intencionalidad? ¿Las intenciones tienen alguna influencia en el negocio de las mentiras? Es posible. Pero, ¿qué diríamos si lo que busca Pedro no es engañar a su patrón Bermúdez sino estarse un rato más en la cama con su mujer? Su intención es erótica. Lo de la zancadilla laboral es un medio, uno más. Ya se las arreglará después cuando el Sr. Bermúdez le exija alguna prueba médica. Su postura (la de Pedro) es, al menos, lógica. Es falsa, eso sí, pero si de mentira se trata, no le digas eso a la mujer de Pedro, pues en ese ámbito íntimo, la falsedad de la enfermedad de Pedro se desnuda en su abrumadora verdad: que ni Pedro ni ella (la mujer) se llaman a engaños.

La lógica solamente repara en si la proposición es falsa o verdadera. ¡Al traste con las intenciones! Una proposición puede ser falsa sin que su propósito sea la trampa. ¿Qué me dirás si te digo que en el caso de que una proposición, además de falsa, busque la finalidad de engañar, pone a la falsedad en el mismo terreno de la verdad? Digo esto porque, así como la trampa escapa a la lógica y entra en el ámbito de las intenciones, de igual manera la verdad se asume como tal cuando da a conocer su intencionalidad.

Que igualmente puede ser falaz.

Pedro va a empeorar si en lugar de andarse con falsedades liberadoras se va a trabajar.

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"Él es es el padre de toda mentira y ha sido un mentiroso desde el principio," dijo en cierta ocasión Jesucristo hablando de Satanás, nombre tenebroso que no debería serlo. En tanto sustantivo puede, y debería, ser traducido como "acusador" o "adversario." Para serlo, no hace falta ser infernal. Basta con que te ajustes a los hechos, si es que vas a acusar, o te armes de valor, si es que venís aquí con ínfulas de adversario. Cualquiera de esas dos funciones recibe del averno sólo un ingrediente: la confusión diabólica que fácilmente te puede poner en el terreno de la mentira si te andas con verdades.

Para que el diablo me acuse no necesita armar un dossier engañoso. Le es suficiente con que se acerque al Juez Supremo y le diga toda la verdad acerca de mí. Si me asusta como adversario no es porque huela a azufre ni me recuerde el ahora risible escudo del América de Cali. Del diablo me aterra su amenaza de ponerme su espejo al frente para que yo vea mi reflejo fiel.

La proposición de Satanás es verdadera porque falsea la realidad. Es falsa porque da un relato fidedigno de lo que sucede, y esta es la historia real que falsea el más grande de los relatos: tú trabajas con ahínco y tu pobreza avanza; tú defiendes tu tierra y te rotulan de terrorista; tú confiesas y te cierran la puerta; y si se te da por amar... mejor no entremos en esos lodazales.

Dos proposiciones falsas, nos recuerda la lógica, pueden llevar a una conclusión verdadera. Miente. Quizás des con la verdad.

samedi 9 mai 2015

Confesión. Silencios. Endurecimientos




Confesión inconfesable:

Sí, señoras y señores, yo también escucho canciones sosas, las que hacen suspirar a las quinceañeras, las de los enamorados, con sus cantidades insoportables de sucarosa, superficialidades y alabanzas a los pétalos de rosa con los que se reviste el amor ingenuo,

Henos aquí. Bogotá y yo. Bañados en sol. La Oreja de Van Gogh invade mi cabeza con una de sus tantas melcochas, la que habla de un día sombrío preñado de luz.

Cuando a Bogotá se le da por abrir su ventana, el sol se deja venir con su escándalo de luz y toma control de pasillos interiores, dormitorios en penumbra, habitáculos secretos, subsuelos aciagos. Las sábanas se sacuden liberándose de sus secretos más compremetedores; las cobijas ya no pueden garantizar discreciones propias de estos altiplanos pacatos y poco sinceros.

No, el día no es sombrío.

Y, sin embargo...
...si no escucho tu voz, cómo desterraré mis tinieblas?

"...si escuchais hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones..." (Hebreos 3:15) 

Y si no escucho tu voz fue porque endureciste el tuyo. La última vez que la escuché sonó distante.
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mercredi 1 avril 2015

Villavicencio o la paz del olvido

La misma vieja calle. Ahí también "el eco dijo tuya es mi vida, tuyo es mi querer," pero yo no lo recuerdo. Debe ser porque ahora hay menos árboles. 

Bajo un poco más antes que el calor se vuelva abrasador. Al frente de la casa ya no está el lote vacío que vio mis primeros y vanos intentos en vicios que hoy son virtudes. Una cuadra hacia el oriente y ahí está el colegio. El vecindario que fue residencial ahora alberga negocios de chatarra. La plaza de mercado es un muladar, quizá a la espera de algún urbanizador que lo convierta en otra clase de muladar. La panadería de don Juan Pinzón le dio paso a otro tipo de negocio. La casa de Mercedes es ahora un banco o un casino. Al frente estuvo el First National Bank.



Mercedes. "Those were generous times. A great generosity prevailed in those doomed decades," digo ahora con Leonard Cohen al recordarla mientras él rememora a Janis Joplin en el Chelsea Hotel.

Era inevitable caminar hasta la Plazoleta de Los Centauros. Ya se siente el calor. Céspedes, Vivas, Garcés, los Parrado, yo, Rodríguez, Herreño, íbamos a lucir nuestras melenas creyendo que el viento las mecía tal como lo hacía con las de los galanes franceses en las películas que veíamos en el Cine Maiporé (aún activo) y en el Yanuba (ahora difunto). Con razón ninguna chica se nos arrimaba (a Fidel Parrado sí; a él le iba bien en ese frente). Caribbean Rock es ahora un banco. Yip Yop La Llave, una taberna. Antros que fueron los culpables de que yo me creyera buen bailarín. La vida, en un gesto compasivo, hubo de llevarme a Cali años después para que yo entendiera que no hacía más que el ridículo.

El lote en el que una noche me sorprendió el largamente deseado abrazo de Margarita es ahora el cuartel de la policía. Margarita apareció de la nada en tiempos en los que la distancia entre su pueblo y el mío se medía en años luz. 

(Plazoleta de Los Centauros)

El camino recorrido suele extenderse en la memoria a lo largo de kilómetros que no cabrían en ningún mapa, pues el mundo era "ancho y ajeno." Sigue siéndolo, pero ya es estrecho. El presente comprime la realidad, embute el tiempo y el espacio en la congestión del tráfago de este segundo, este minuto, cual si no hubiera futuro. Se le olvida al presente que en su genocidio de lo pretérito no hace más que aplastar su vocación de porvenir.

Y en futuro se ha de convertir, pues el pasado es displiscente. Más huidizo que el presente, aunque tú no lo creas. Se abraza al olvido y trae la paz. Por eso puedo pasearte, Villavicencio. Te olvidé. Me olvidaste. Hay paz.

Pero eres el único remanso de paz. "Salvo mi corazón, todo está bien."

(Eduardo Carranza, "Soneto con una salvedad")


jeudi 19 février 2015

De la doctrina de la encarnación y sus consecuencias

Xavier vive de sueño en sueño. Su cotidianidad se teje de impulsos que lo empujan hoy a arrojar su mochila escolar por la ventana abierta al interior de un apartamento desconocido, mañana a colarse en un tren que lo lleva a una montaña de esquí sin preocuparle que no está preparado para tal aventura, más a tarde a extender su baile con una mujer desconocida hasta el punto de colarse en su habitación sólo para seguir durmiendo, posteriormente a enrolarse en un grupo subversivo de resistencia, todo eso para terminar abandonando abruptamente a la mujer que lo ama pues quiere eternizarse en una muerte gloriosa en el frente mismo de batalla. (De un relato de Milan Kundera en La vie est ailleurs)

Tal ha sido la vida de mi hermano: fluidez del sueño en su vida, fluidez de sus espacios físicos. Como si anduviese en una búsqueda. Como si su existencia no fuese más que errar por el desierto tras una tierra que quizás él sabe que existe, pero que con toda seguridad no le ha sido prometida. O le ha sido prometida pero él no sabe dónde está. Cada paso que da pretende cruzar un nuevo Jordán. Sólo al llegar al otro lado se da cuenta que no se trataba más que de una nueva decepción.

¡Te he hablado tanto de mi hermano! Yo me digo que es mi preocupación por él la que me lleva a ocupar mi tiempo contigo con su tema. A ti no te puedo mentir. Lo hago a diario, pero al final cada uno de mis intentos por encubrirte mis entrañas y evitar tu mirada en lo hondo de mis vísceras, desembocan en nuevas revelaciones de mis poquedades, naderías y demás parapetos sobre los que encaramo mi orgullo.

Hablarte de mi hermano es hablarte de mí.

Él también te busca. Él llega a  ti por senderos diferentes a los que transito. Para él, tú eres severo, rígido, implacablemente justiciero. A mí también me asaltan esas imágenes. Por eso me escondo tras la afirmación que te hiciste uno de nosotros. Si eres uno de nosotros, ¿eres así de impotente? 




Y si eres uno de nosotros, ¿eres acaso mi hermano? ¿Es su rostro transido por sus mil y una batallas interiores el tuyo? ¿Acaso la fealdad que la placidez de la risperidona dibuja en su frente es la belleza de la que testimonian tus aduladores? ¿Es su impotencia y la mía el cascarón de tu omnipotencia?

¿Estamos dispuestos a vérnoslas con las consecuencias de creer que eres más humano que las deudas?


mardi 27 janvier 2015

Hambre

El hambre regresó. Ya antes me había asediado, y para entonces mis preocupaciones centrales eran: (a) una chica que no me prestaba atención, (b) una chica que me prestaba demasiada atención, (c) entender a Julia Kristeva, (d) luchar con las ideas de Tzvetan Todorov, (e) extasiarme con Roland Barthes, (f) discutir a Manuel Puig, (g) actualizar mis credenciales en la socialbacanería lo que me exigía mantenerme al día con lo más reciente de Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, Georges Moustaki, (h) una chica que no me prestaba atención...

Y así.

El hambre se las ingenia para hacerse sentir. No hay agenda lo suficientemente noble, seria, atiborrada, que no se rinda ante su acoso. En mis fragilidades de estudiante de pregrado me mostró la vulnerabilidad del material del cual estoy hecho.

Que no es muy noble. El buen viejo libro dice que no somos más que polvo. No solamente se trata del polvo primigenio que nos hace hermanos con las estrellas, sino que también es el polvo aquél, el esparcido por una pareja en un algún momento febril, en lo secreto de los muchos silencios que constituyen el ámbito que las parejas suelen crear sin el cual ya no pueden vivir y por el cual dejan la piel en el alambrado al defenderlo.

El hambre, pues, regresó. Esta vez se coló en el ejército invasor que organizó un zancudo portador del ya afamado virus del chikunguya. Luego de que las fuerzas del Gral. Zancudo cumplieran con su función de agotar mis reservas hídricas, triturar mis coyunturas, meterle candela a mi organismo para que el termómetro anduviera por alturas andinas y me cocinara a fuego lento en una fiebre hasta entonces no experimentada, quedé exhausto en cama sin poderme mover. Era la oportunidad para que el hambre se sentara en el borde a mirarme y velar mi lento deterioro. Durante ocho dias no pude pararme a comer.

El hambre, tan cercana. ¿Se fijaron en la disrupción gramatical? Si el hambre es un sustantivo masculino el adjetivo debería estar en masculino. Sin embargo, así no hablamos. Cuando sentimos el hambre la sentimos en femenino. Al hambre la sufrimos. ¿Cuestión de diversidad de género? ¿Manifestación de sus alcances universales? ¿O será que el hambre reclama ser natural, originada en algún mandato divino que supera las convenciones de género que nos inventamos para aglutinar una porción de la humanidad allá, y la otra más acá?

¿No será también que el hambre nos hermana? Yo he visto sus víctimas, aquellas que reptan por lo eslabones más bajos de la cadena alimenticia, poner la mesa, abrir la despensa, la una tan magra como la otra, y recibir con un abrazo a quien sufre tanta hambre como él, como ella.

Me niego a reconocerle carta de ciudadanía. Rechazo su pretensión de ser un fenómeno natural, un dictum de la voluntad divina. Escribo esto un 27 de enero, una fecha que conmemora dos eventos y espacios marcados por el hambre: (a) la liberación de Auschwitz y (b) el final del sitio a Leningrado. Se calcula que de las 2.5 millones de víctimas, un millón de ellas muerieron de hambre mientras resistían el sitio impuesto por los nazis.

A propósito de los nazis. El hambre también sienta sus reales allá arriba, en lo más alto de la cadena alimenticia. Mientras los de abajo comparten sus recursos escasos, los de arriba se lanzan con furia a sus respectivas yugulares y forcejean por los abundantes graneros del mundo entero.

Para un informe actulizado de las corporaciones que controlan la industria alimenticia, ver http://247wallst.com/special-report/2014/08/15/companies-that-control-the-worlds-food/


Y echan a rodar el hambre cadena abajo.

El hambre me visitó. Mi hermano la avergonzó. Supongo que ella me tiene en alta estima y que se imagina que yo deambulo por los pasillos de los eslabones más refinados en lo más encumbrado de la ya mentada cadena. Se equivocó. El mío es un mundo de solidaridad. En el mío, el hambre se muere de hambre.

dimanche 18 janvier 2015

El infierno (Pensando en fundamentalismos y masacres)


"En el segundo capítulo de ¿Por quién doblan las campanas? Hemingway relata el día en que los republicanos (con quienes él simpatiza, en tanto hombre y en tanto autor) conquistan un pequeño poblado que estaba en manos de los fascistas. Los liberadores condenan sin proceso alguno a una veintena de personas y les dan caza en el sitio en el que ya habían agrupado a hombres armados con mayales, tridentes, guadañas para que ejecutasen a los culpables. ¿Culpables? A la mayoría no se les podía reprochar su pertenencia pasiva al partido fascista. Aunque los verdugos, aldeanos simples que los conocían bien y no los detestaban, eran reticentes y de naturaleza tímida, no fue más que bajo el efecto del alcohol y, después, al calor de la sangre, que se excitaron hasta el punto que la escena (¡su descripción detallada ocupa casi la décima parte de toda la novela!) termina con el desencadenamiento de una atrocidad de tal crueldad que todo degenera en un infierno.



Invariablemente, los conceptos estéticos se transforman en interrogantes. Yo me pregunto: la Historia, es trágica? Planteémoslo de manera diferente: la noción de tragedia, tiene acaso algún sentido por fuera del destino personal? Cuando la Historia pone a las masas, los ejércitos, los sufrimientos y las venganzas en movimiento, no se pueden distinguir las voluntades individuales; la tragedia es engullida completamente por las rebosantes alcantarillas que serpentean por el inframundo. En rigor, uno podría buscar la tragedia bajo los escombros de los horrores, en la primera impulsión de aquellos que tuvieron el coraje de arriesgar sus vidas por la verdad.

Pero hay horrores de los cuales ninguna búsqueda arqueológica encontrará el menor vestigio de tragedia: las matanzas por dinero; peor, por una ilusión; peor aún, por una estupidez. El infierno (el infierno en la tierra) no es tragedia. El infierno es el horror sin ningún asomo de tragedia." 
(Milan Kundera, Le rideau, Paris: Gallimard, 2005)


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samedi 10 janvier 2015

My brother, my killer

Tanto el emisor como el destinatario de la carta que reproduzco son mis amigos. Se trata de una carta enviada hace ya un tiempo y que uno de ellos me la comparte. Por hacer referencia a una de las canciones de mi nunca bien admirado Leonard Cohen (Famous Blue Raincoat) y por tratarse de una historia que conozco con sus mensajes aleccionadores y sus devastaciones de hondo calado, obtuve el permiso del caso para publicarla. No es usual que los hombres involucrados en una historia de este calibre se hablen entre ellos. La carta es, por lo tanto, inusual. No tuve que hacerle cambio alguno pues no se hablan con sus nombres, que en caso de haberse presentado, los hubiera omitido.

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My brother, my killer:

Our beloved troubadour says so in one of his songs: "my brother, my killer." It's a song that it's actually a letter. It's addressed to someone who wears a famous and now frayed blue raincoat, someone who "treated my wife nicely."

I listened to the song but I didn't understand it. I googled the lyrics and followed them along. My English is just passable. Survival English, I would say. I am writing in my native French and asking Google to translate it for me. I want to be at the level of your impeccable English although both of us, as francophones are already on the same level.

Or were. Way before my wife blurted out her confession I already had this hunch that warned me that something had broken between us (toi et moi). It didn't come as a surprise to hear from her that it was you the man she was involved with. In spite of her popularity, good looks and that head of hers on her shoulders I still think that there is no man fit for her. If she ever were to get astray it would be for someone like you.

That leads me to my anger. Since you heard that I still am angry I decided to write to you. We have not spoken to each other since the night you called me and we spent two hours on the phone. After all these years it is time for me to do something I never do because I think it is useless and not that manly: putting my feelings in writing.

My anger has to do with the only virtue that I see in you. I did not feel threatened by you nor I considered you a rival. There is a reason why my wife saw the need to humble herself and ask me to let her back in. I am aware that I am fitter, more handsome, taller, funnier than you. I am what you are not: a good dancer, a superb cook, a pragmatic and down to earth guy, highly popular and sociable, outgoing, and as an engineer I am more inclined to find solutions than to raise questions.

But I am at odds with words. It angers me that you left in her, on her, inside of her, all around her, the indelible marks of your words. It is as if you stripped her off her old and worn out garments and delicately knitted for her a dress made of words, the ones that put her on another orbit, the dress that follows lines, curves along her body and her inner self that remain hidden to my superficial gaze.

After you, she is not the same. She is more of herself. I am not myself either. See? Now I can grasp nuances that I did not even care about before. Marriage counselors say that an affair is a good thing for a marriage, but in our case your affair with my wife has drifted us farther apart.

Perhaps I should rephrase that. My wife and I were already apart from each other. We have never been close. I was happy with that state of the art. Life was a breeze because our arrangement made it easier for us to mind our own separate businesses. As a pragmatic fellow I do not care about the niceties of love life. She did not seem to mind that either. The problem that our post-affair life brought about is that the gulf between us is the elephant in the room, now visible.

I hate your gift. My wife has not cast away the dress you designed for her. I cannot help but noticing her wearing it whenever I sent a wayside glance her way. I hate it that because of you the gap that rendered my life livable in the past stands today as a challenge I do not want to face.

Going back to the famous blue raincoat song, I can say that I also hear that you are building your house in the desert and that you are living for nothing. Let me tell you that hearing that gives me a sense of revenge. Yet, do not misunderstand me. Mine is also a house in the desert. I guess my wife's is located in a similar environment. It does not help me at all that with her confession my wife put the remote control in my hand. I can now sit comfortably on my leather couch and have her do whatever I want. My forgiveness is a debt she feels obligated to pay in daily installments although I have not sketched our daily lives out that way. She has become the loveliest woman a thousand miles around, which means that life is dull. Our respective houses are being built in separate deserts. We too are living for nothing.

But I needed to tell you, my brother, my killer, that I hate you

Sincerely,

Your brother and would-be killer

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