mardi 27 octobre 2015

Disculpe el señor: Son los pobres





"Mujer"

Así. En caso vocativo, si bien el caso gramatical no es claro en español, así, llamándola, Jesús de Nazaret se dirigió a quien hasta entonces no había sido más que mercancía.

Ella entró. Sin permiso como suelen hacerlo lo que son tratados como objetos. Interrumpió el protocolo de una cena de varones.Sin delaciones, sin temores, sin pudores, así como los del establecimiento y la gente bien encuentran chocante, no hizo más que derramar su perfume, su óleo, sus ahorros, sus recursos...

su alma...

la oscuridad de sus torbellinos...

sus anhelos de redención...

su dignidad de persona largamente estropeada.

Derramó una larga historia, la narró con lágrimas, ungió a Jesús (el texto sagrado eufemísticamente dice que la humedad cubrió los pies del Maestro).

"Mujer"

Y eso no se perdona. Es intolerable que aquello que el buen orden barre debajo de la alfombra se asuma como sujeto, como persona. Como ciudadana, diríamos en estos tiempos.

Ay! Mujer,hablas por nosotros, los pobres que

"No piden limosnas, no...
ni venden alfombras de lana,
tampoco elefantes de ébano.
Son pobres que no tienen nada de nada"

Y Bogotá nos odió. Su anglófono Parque de la 93 unió sus fuerzas y podría desplazarnos pues poblamos su Carrera Séptima ahora que la volvieron un paseo peatonal, y nos encaramamos a su Transmilenio. Bogotá no perdonó que una administración pública nos hubiera dicho que sus parques también eran para nosotros.

Nos hicimos visibles, como lo advierte Joan Manuel Serrat

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