dimanche 21 décembre 2014

Solsticio: Para que el Verbo se haga carne




Y el verbo se hizo hombre, persona, realidad histórica, carne.

Dejó su forma infinitiva y se arriesgó a la enunciación de lo indicativo, a la insinuación de lo subjuntivo. Le quitó al imperativo su ceño fruncido y su dedo índice condenatorio para volverlo invitación seductora. Se mezcló con otros para desencadenar posibilidades, complejizar tiempos prosaicamente simples, imaginar futuros, poetizar presentes, transformar pretéritos, reírse de pluscuamperfectos.

El verbo se sacudió de sus terminaciones de eternidad exasperante:
-ar
-er
-ir.

Se confabuló conmigo, contigo, con ella, con él, con nosotros, con nosotras, con ustedes, hasta con vosotros y vosotras no obstante vuestro fuero aristocrático, y alcanzó a ellos y a ellas, los más distantes, los del borde mismo del margen, allá donde los condenamos, a ellos y a ellas: los diferentes, los disidentes, los desviados.

El verbo se hizo carne. Dejó su forma sustantivada pues no resistió el encanto del relato, los sobresaltos de la narración, la fluidez del poema, la cadencia del canto.

Lo imagino en su primer balbuceo. Tuvo que haber sido un llanto. Harto ya del silencio de lo eterno inmóvil, su puerta de entrada como palabra consonante y vocalizante fue la del grito vagabundo del juglar vallenato.

Y el verbo fue palabra. La piedrecita que un gigante del sur quiso poner en su poema; la que inventa amaneceras cuando llega cargada de la ternura que desarma; la que derriba murallas que quisieran que la palabra no lo fuera, que volviera a su castillo impenetrable de verbo infinitivo, de la eternidad que vuelve sus espaldas a las arenas movedizas de la angustia humana.

El verbo le apostó a sufrir. Encontró el lugar en que la palabra se hace hombre: la vida que arriesga para celebrar las mil y una navidades que se esconden en tu risa.

jeudi 11 décembre 2014

Oblivion: Olvido en esteroides

"El destino del ser humano entre dos polos opuestos: el olvido, que borra, y la memoria, que transforma" - Milan Kundera

"Y de vuestras transgresiones no me acordaré más" - El buen viejo libro

"¡Ay de ti si Dios te llegara a olvidar!" - Miguel de Unamuno

"Para olvidar hay que empezar a recordar" - Sobreviviente anónimo de la violencia paraestatal en Apartadó, Antioquia.

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Oblivion:

El olvido que no olvida. El olvido al que no le interesa si se conserva alguna memoria de ti.

La mirada que te reconoce, pero que vuelve hacia ti su fría pátina para que sepas que no perturbas el lago tranguilo de los ojos que te miran.

Tu visa de residente en el planeta de la Nada. La néant te absorbe. Ningún trazo queda de ti.

El rostro del hombre que mira una fotografía en un álbum. La observa... y simplemente voltea la página, nos cuenta el poeta del sur.

Su mano extendida cual si estuviese cerrando un negocio que aborta tu abrazo. Un apretón de manos con insoportable tufo profesional.

Querer cruzar el río que no cesa en ensancharse, sin que en la otra orilla sepan del puente que quisieras tender.

L'oubli fondamental et fondateur... L'inoubliable choc de l'oubli

¿Y si tal es la puerta a tu libertad?

mercredi 3 décembre 2014

El relato en la cortina

(Leyendo al buen viejo libro, que lee a San Pablo, que lee a Moisés, que fue leído por quienes siglos más tarde consignaron su tradición en un antiguo texto sacro; y a Milan Kundera, que lee a Kakfa y a Cervantes)


El asunto de fondo es que vivimos y andamos por fe y en fe. Así lo afirma el buen viejo libro y por esa misma vía andan la ciencia y el debate teórico actual.
Por fe.
En fe.
En esperanza. Esperando lo que quizá nunca llegue, persiguiendo lo que no se alcanza, conquistando lo que se evapora

La realidad concreta o bien podría ser  una sombra o a ella la recubre una cortina, una interpretación que no necesitó de nosotros para tenderse ni para erigirse como la verdad.

¿La realidad es sombra de qué? ¿Cuál es el universo o conjunto de universos que se ocultan tras la cortina? La realidad-cortina es una construcción social, un acuerdo al que llegan los grandes colectivos para echar a rodar sus sueños. o al menos poderlos construir.

Más que ocultar, la cortina ofrece una pantalla sobre la cual se escribe el relato que se presenta como la verdad estipulada por Dios.

Milan Kundera sugiere que la cortina proyecta conceptos que burocratizan la existencia y la estrangulan allí donde sus misterios escandalizan.

Así, entonces,
  • la libertad se presenta como ilimitada, pero impotente;
  • la vida privada transcurrse sin exigir que sea privada y acepta sumisa la vigilancia o se entrega con generosidad en autofotos, emoticones, emojis y estados en muros públicos;
  • el tiempo se prolonga en el calendario del poder omnímodo mientras la vida se agota;
  • la aventura no es más que un error burocrático y ya no la exploración del ser y del mundo;
  • el combate diario y sus esperanzas se diluyen en pedagogías de la desesperanza...

"Nous combattons en passant des heures et des heures de bureaux, de salles d'attente, des archives. A la fin de combat, qu'est-ce que nous attends? Une victoire? Quelquefois Mais une victoire, qu'est-ce que c'est"? (Nuestro combate consiste en pasar horas y horas en la oficina, en salas de espera, en archivos. Al final de la jornada, qué es lo que esperamos? ¿Una victoria? Puede ser. Y si una victoria, qué es eso?)

Tomado de Morphine