A los del éxodo fundante (o fundacional, dependiendo de tu apego al idioma dominante), les tocó cruzarlo tan sólo una vez. Sus persecutores perecieron sepultados en las aguas de un mar que sin ser rojo, así quedó para la posteridad: bermejo, cual presupuesto familiar colombiano.
Los del éxodo de estos días en la frontera con Venezuela la han tenido que cruzar a la brava. No mares, sino ríos, pero al igual que el egipcio, cuerpos de agua que no permiten el regreso. Los populismos del lado de allá de la frontera expulsan a colombianos a sus tierras de origen igualmente inhóspitas, infectadas por populismos de lado de acá provenientes de un caudillo que no se resigna a su condición de expresidente.
Y el éxodo de ayer (esto es, agosto 25 de 2015) también me marcó. No era una coalición de clanes que dejaba atrás el servilismo a un imperio y se enfrentaba a mares rojos, desiertos, sinaís, becerros de oro, manás, rocas que escondían tacañamente sus aguas y montes que humeaban al son de leyes esculpidas en tablas de piedra. Tampoco fue el de ayer el éxodo que hiere por estos días el tumultuoso romance colombo-venezolano.
El de ayer empujó a un grupo de estudiantes, testarudos como suelen ser, a divagar cual Israel en el desierto, cual inmigrantes echados a las patadas de un suelo que ya les era familiar y al cual llamaban hogar, por la vastedad de corredores, patios, salones y auditorios prohibidos en una universidad privada en Bogotá.
Ellos ya habían hecho la tarea de recurrir a las autoridades del caso para, con muchas semanas de anticipación, asegurar un auditorio desde el que pudieran diseminar sus persuasiones. Parecían Moiseses redivivos negociando con faraones ídem, y al igual que entonces también obtuvieron un sí inicial con las refrendaciones del caso. Pero las conciencias son deleznables. Lo fue la del faraón, lo fue la del directivo que a última hora declaró nulo el permiso concedido.
¡Ah, los estudiantes!
"...son aves que no se asustan
de animal ni policía,
y no le asustan las balas
ni el ladrar de la jauría..."
O el Coordinador del Departamento DeNoSeQué de la universidad de marras no ha escuchado a Violeta Parra ni a Mercedes Sosa (me temo que los estudiantes del éxodo tampoco), o no sabe lo que es ser estudiante. Pues esos mismos "pajarillos libertarios" se las ingeniaron para colarse y, uno a uno, entrar de contrabando y tomarse, primero un aula, luego otra, y otra, y así, en un peregrinaje que los arrojó a la tierra prometida de un pequeño auditorio, acogedor, escondido en lo alto de un aposento por allá, al amparo del ojo acucioso de la combinación vigilante-cámara-YaMentadoCoordinador.
¿Todo esto por qué? Son muchachos entreverados en otro peregrinaje, ese sí, de envergadura: la travesía de la vida siguiéndole el rastro a Jesucristo. Sólo querían que la universidad lo supiera.